Las mujeres constituyen las principales consumidoras y gestoras de las economías familiares. Como tal, incluir la equidad de género en los servicios, productos y prestaciones comerciales que la empresa ofrece a su mercado forma parte, además de una estrategia comercial por sí misma, de un buen estudio de mercado y del perfil y características de la clientela (dentro de la cual el segmento de población femenino posee unas características físicas, psicológicas y biológicas determinadas).
Del análisis realizado, solo dos entidades bancarias han desarrollado medidas en esta área mediante el ofrecimiento de productos específicos y especializados para las mujeres.
Por ejemplo:
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Dos ejemplos que se pueden extrapolar a la realidad de cualquier empresa en relación a su actividad principal, sea ésta de servicios o productos.
Incluir la equidad de género a las prestaciones comerciales implica:
Además del objetivo de equidad, esta estrategia también revierte comercialmente, teniendo en cuenta que permite llegar de forma más exacta al público femenino (al haber considerado sus necesidades de forma diferenciada) y poner en marcha una estrategia de venta y publicidad que aumente la posibilidad de identificación de las mujeres y por tanto, la adquisición de los productos o servicios que se oferten.
Este análisis, al contrario que el anterior, se lleva a cabo una vez que la prestación comercial está en el mercado. Conlleva la realización de estudios de impacto y usos diferenciados dirigidos a resolver determinadas cuestiones: ¿cómo afecta la utilidad del servicio o producto a mujeres y hombres?, ¿la existencia de la prestación, reduce o aumenta la desigualdad de género?, ¿por qué se da un uso diferenciado por sexos?, etc. |
Para llevar a cabo este trabajo las instituciones pueden apoyarse en: